1. He tenido la ocasión de conocer Argelia en un breve pero interesantísimo viaje con un guía excepcional con una preparación gastronómico de gran nivel. 

    En Argelia (hemos estado en Argel, Oran y Tipaza) se come excelentemente bien, quizá por poner un pero, hacen mucho el pescado para nuestro gusto, pero si te llevan a los sitios adecuados, se disfruta muchísimo.

    Hemos tenido la ocasión de probar cuatro vinos tintos diferentes, y un vino blanco. Por un tema comparativo, me centro en los tintos. Todos ellos con un perfil mediterráneo, muy similar a vinos de Alicante, Murcia, Ronda.... vinos de mucho sabor, y de muy buena calidad.

    He tenido que pedir cubitera con hielo en casi todas las ocasiones, ya que aunque los restaurantes son excelentes en el servicio se ve que la costumbre es sacar los tintos a temperatura ambiente (siendo ésta 28 grados). Salvado este inconveniente, describo los vinos de menos a más (según lo que me pareció)


    Saint Augustine Denominación de origen Montes de Tessala, una región al sur de Orán, un vino de mezcla de varietales Grenache, Cinsault, Alicante Bouschet, Carignan, Mourvèdre denso y carnoso, tiene varios premios, es un vino muy oscuro, con mucho sabor que no me convenció mucho.



    Koutubia Coteaux de Mascara, viñas en altura, entre Argel y Orán, 15 meses de crianza, un coupage de Grenache, Cinsault, Carignan, Mourastel, Alicante Bouschet, que son casi todas las uvas que se producen en Argelia. En una web francesa se puede comprar a 8,70 € . Es un buen vino, bastante fuerte de sabor, más afinado que el anterior, de viñas centenarias.

    Royal Mascara Vieilles Vignes de la misma bodega que el anterior, un escalón inferior en precio pero para mi gusto mucho más conseguido, suave, pero con longitud de sabor y muy agradable




    Domaine Souf Tell un vino de uvas Cinsault noir, Alicante Bouschet, Garnacha (negra) / Grenache rouge para mí el mejor de los que probamos, el mas suave de todos y de buen beber. Más joven y con mucha fruta. Desde luego para comprarlo si se tiene ocasión.



    Algunos vinos se pueden comprar online en una tienda francesa pero en general son dificiles de conseguir. https://www.lavignery.fr/ 

    La historia de los vinos de Argelia es muy interesante se empezaron a plantar cuando en Francia llegó la filoxera, y llegaron a tener una producción enorme, siendo el mayor exprtador de vino de todo el mundo, tras la llegada de la independencia, ha ido disminuyendo mucho la extensión de los cultivos, no obstante hemos visto algunos viñedos cerca de Tipaza y se observa mucho cuidado en el cultivo.

    Hay que buscar los restaurantes donde beber vino, ya que en la mayoría no se puede tomar alcohol. Evidente son más caros, pero después de los precios que imperan en ESpaña y que no decir en Europa, son muy razonables.




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  2.  


    Tras recorrer unos kilómetros de dura recta castellana recubierta de trigales y numerosos peregrinos que soportaban el sol mientras hacían el camino, llegamos al oasis de Villalcázar de Sirga, donde frente a la espléndida iglesia de Santa María la Blanca y en su misma plaza está el Mesón de los Templarios, donde disfrutamos de una comida y casi de un espectáculo. Junto al soportal hay una estatua de bronce junto a una mesa de Pablo Payo, mesonero mayor del camino de Santiago, con una silla que provoca la inevitable foto. Este desaparecido pero sucedido mesonero, es uno de los principales iconos de la hostelería del camino. 

    La comida comienza fuerte, con la bienvenida del mesonero, ataviado como peregrino, capa, concha y sombrero, plato de jamón queso y cecina, muy superior ésta a sus compañeros, le siguen lomo de orza, tortilla de patata, chorizo muy ahumado y profundo y una excelsa morcilla palentina, nos aclaran que de cebolla, no como su vecina burgalesa. Una morcilla muy sabrosa, con un punto dulce que le concede la cebolla. Le siguió una sopa castellana en una ollita de barro, consistente, con mucho pan y por fin el lechazo asado, (cordero lechal) perfecto, muy tierno, algo indispensable en estas tierras.





    Consiguiente postre, café y finalmente una queimada con su conjuro esta vez castellano. Toda la comida de nivel, contundente y regada con un vino en vaso de barro muy apropiado para desengrasar.

    Un festival medieval.

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  3. Esta es la vez que más ganas he tenido en mi vida de volver a un restaurante.

    En 1994 realizamos un inolvidable viaje a Roma de la época preinternet en el sentido gastronómico, ya que no se tenía acceso cuando se viajaba más que a guías de papel donde los restaurantes sólo figuraban si eran los primeros de la lista, y salir a comer era una aventura.

    Pues bien, en aquel tiempo recaímos en un local tradicional, cerca del hotel donde nos alojamos, y desde entonces guardabamos un grandísimo recuerdo, quizas por la juventud,  y nos hicimos la promesa de volver. 

    Ya en la época de internet, de forma más o menos recurrente he seguido la trayectoria de La Balestra, primero confirmando que seguía abierto, y después viendo su carta, fotos, comentarios. Es un invariable  local familiar que resiste año tras otro.

    Pues bueno, llegó el momento, aprovechando nuestra vuelta a Roma tras 27 años y medio, reservamos con google el sábado para cenar... (vamos acompañados, por lo que será más objetiva la opinión), y tras pensar que ya estaba hecho recibimos una llamada de teléfono en el que nos dicen que lo sienten muchísimo pero que está lleno. Desilusión y alegría a la vez, ya que si está lleno, es buena señal. Reservamos para el domingo, y un día más de espera.

    Tras un gélido paseo de 35 minutos, llegamos el domingo a las 20.30 y entramos en el local, donde hay dos o tres mesas ocupadas. El tiempo no pasa en La Balestra, suelo de terrazo, las mismas mesas de madera, la ballesta en el frontal, la zona del antipasto al fondo a la derecha... Un túnel del tiempo, para nosotros muy agradable.





     Nos sentamos y enseguida nos atiende un muy amable y profesional camarero que nos indica que el lleva 22 años trabajando allí, que no estaba en el 94, y que el entonces hijo de los dueños es el gestor actual junto con su hermano.(Cristiano y Stefano). Nos sugiere que pidamos la ensalada de alcachofas y eso hacemos, mientras miramos la carta. Elegimos varias pastas de segundo y una fritura de vegetales para complementar a la ensalada de alcachofas. Nos ponemos en sus manos para elegir el vino y como el restaurante es de cocina de Umbria, nos trae un vino de esa region, Montefalco. Umbria es una región del centro de Italia a unos 150 km de Roma. 



    Las alcachofas están por todas partes en esta época, y en múltiples preparaciones. La ensalada que nos sirvieron en una buena ración, estaban finamente cortadas, crudas, con aceite y algo de queso, en su punto. Las alcachofas en general tienen la punta morada, nada frecuente en nuestras tierras.

    A continuación nos sirvieron la fritura vegetal, donde también habñia alcachoas, berenjenas, calabacines, todo perfectamente frito, ni una gota de aceite sobrante y con mucho sabor.


    La pasta que probé en su punto duro tan propio de Italia, tenía setas y guanciale, la mejor que comimos en Roma de largo. Nos trajeron Pecorino rallado y Parmesano en dos cuencos diferentes, a la elección de cada uno.



        Finalmente, de postre nos sirvieron fragolini con helado en unas copitas de acero inoxidable que no olvidaremos.Más tradicional imposible. Las fresitas, tan dificiles de comer hoy en día, son una delicia.



    Una experiencia muy feliz, tantos años después.

     Todas las raciones son de un tamaño considerable, y el servicio inmejorable. Precio normal para Roma, donde se paga casilo mismo por la comida como por el vino (unos 30 por persona) .

     Volveremos (espero no tardar 27 años porque no llego....)



    La Balestra
    Via Simeto 2
    00198 Roma

    Dedicado a JPP



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  4.  Curioso nombre el de este restaurante basado en la reacción de Maillard, explicada de forma magistral y muy técnica por McGee en su libro-biblia "La cocina y los alimentos" que disfruto gracias al mítico Cuchillero. Por no entrar en detalles técnicos es la responsable de los sabores generados al tostar la carne por ejemplo, donde se generan unas moléculas más complejas (los sabores más complejos vienen de moléculas largas) al mezclarse azúcares y proteínas.

    Es un local de cocina de fusión con sentido, muy diferente de la fusión de mezcla de cosas "porque sí". La carta es bastante larga y muy variada, muy interesante. Llegamos a él for recomendación inequívoca del infalible S, una leyenda del surf, gran cocinero y buscador infatigable de novedades gastronómicas.

    El local está cerca del mercado central, en la calle de García Morato (hoy José Gutiérrez Petén),  y la madera está presente en el recubrimiento de su fachada, y en todo en el local, iluminado con una luz muy cálida. (por eso las fotos están tan amarillas)



    Tras un aperitivo de edamame, viene el primer plato elegido, la Causa "Alimeña" una causa peruana (bien picante) que está coronada por bonito en salazón. Muy sabroso, original.




    Continuamos con unos Dados de atún rojo "Mirando al Sur", curiosa mezcla de alguien que conoce la gastronomía andaluza, decora los dados de atún cortados en pequeñito con ajoblanco, regañá y unos niboshi al modo de pequeñísimos boquerones.






    Después llegó una ensalada de alficoz y papaya con una salsa Tai agridulce, muy fresca, con muchos matices de sabor a la vez, dulce, salado, ácido picante y umami según reza su título en la carta.

    Como "segundos" inició un plato de Cocochas de Bacalao al pil pil de miso, una leve contribución de oriente al contundente y maravilloso plato de gastronomía vasca. Estaba realmente bueno.






    Y finalmente un Tataki de Picanha, un plato de carne, para rematar un buen menú. Éste el más tradicional de todos, pero no desmerece el resto del menú.

    Bebimos un excelente Finca Collado tinto, (me quedé con ganas de tomar blanco con el menú, pero a veces es difícil coincidir).

    Trato muy cercano, todo muy bien pensado, muy correctamente ejecutado y muy interesante la mezcla de sabores. Tenemos que volver a probar más platos. Lo único que pondría es un poquito más de luz, por poner un margen de mejora.

    Muy recomendable.

    Maillard Restaurante
    José Gutiérrez Peten 4
    Alicante 








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  5. Visitamos este icono de la modernidad en la restauración. En primerísima línea de la playa de los Saladares, nombre que en Alicante nadie usa, ya que es Urbanova, el nombre de la urbanización que comenzó en 1972 y que da nombre a éste barrio tan especial de Alicante.


    Se desarrolló como el hijo del Capricho de Raquel y poco a poco va cogiendo más relevancia, integrandose en las nuevas tendencias del sector. Camareros Uniformados, dos turnos para cenar, música de fondo que va subiendo el volumen a medida que se hace más tarde, comida sencilla, pero sin tacha, y mucha, mucha decoración.

    Un lugar que encantará a sus clientes de fuera de la ciudad, y que no decepcionará a nadie que busque un lugar muy actual, y que no le importará pagar el precio que tiene.

    Nos sentamos en la terraza, que es más recomendable en estos tiempos, aunque el local de dentro mantiene todas las puertas abiertas y también está ventilado. Se termina el primer turno un poco más tarde de lo previsto por lo que hemos tenido que esperar 15 minutos, nos ofrecen un vermut o cerveza, pero pasamos al vino directamente. NO hay carta de vinos, y para elegirlo hay que ir a las cavas (una de blanco y espumoso y otra de tinto), donde está expuestas (en la cocina) con el precio escrito de una forma minúscula en una esquinita. Voy revisando referencias y todo lo que conzco y me aetece beber a la primera está por encima de los 35 euros, (45, 60, 80 en verdad) versiones especiales de vinos conocidos, que si te despistas y pides te dará un buen susto. Finalmente veo a un precio más razonable un blanco chardonnay de Navarra, Hacienda de Arínzano y Arbui, un vino de Monóvar de Monastrell  (21 y 25 euros). Ambos vinos pero estuvieron al nivel. No me gustó nada el sistema de elección de los vinos.



    El servicio es súper amable y profesional, nos indican que la cocina de la casa es fundamentalmente a la brasa, elegimos primero un tomate con ventresca, correcto pero mejorable, una pata de pulpo a la brasa servida con un puré muy fino bien hecha, una coca de setas con trufa excepcional, repetimos coca y pedimos una de mollejas con rúcula igual de buena, una masa fina en su justo punto, y unos ingredientes muy bien elegidos. La segunda la pedimos después de haber comida y la traen en menos de cinco minutos, técnicamente perfecto.



    De segundo compartimos una entraña y pluma ibérica, con patatas fritas y verdura. En su punto perfecto, muy buenas ambas. 

    De postre un crepe de choco (sic) me cuentan que muy bueno, una tarta de manzana bien elaborada, y un panetone de Raúl Asencio con helado que como no puede ser de otra manera está que se sale.

    Con un Mezcal para terminar (grappa y gin tonic el resto de comensales), terminamos la cena justo a la hora del toque de queda, y nos marchamos por imperativo legal.

    No defraudará al que busque lo descrito. Lo descrito, a 55 por persona.


    Moments Bar

    Línea Playa, Tomás Durá s/n. 1ª, 03008 Alicante

    965188255

    https://momentsbar.es/

    No hice fotos, las expuestas son de su web




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  6. Paseando por la desierta Barcelona post Covid, llegamos a una deliciosa y decadente plaza a pocos metros de Santa María del Mar, la Plaza de Victor Balaguer (el trovador de Montserrat), preguntamos en un local si nos podemos sentar en la terraza y nos sacan una mesa de un almacén, de aluminio y con cuatro sillas a juego.

    Por la pizarra y el acento de la persona que nos atiende vemos que es un restaurante francés, extremadamante francés, y a ello nos dedicamos. Pedimos unas croquetas de mejillones, una Rilette de Cerdo desmigado, un paté de lentejas y un plato de pollo de Pagés con ensalada vietnamita.

    Bebemos unas cañas de Moritz, cerveza original de Barcelona, y actualmente propiedad de la Zaragozana (ambar) protagonista de guerra comercial con la omnipresente Estrella Damm. Es una cerveza algo "suelta" de gas, pero venía en vaso de caña, cosa que personalmente agradecemos.

    Los platos vienen presentados con detalle, y aunque la terraza está llena, llegan con buena cadencia, y amabilidad, la rilette se unta en unas tostadas con pepinillos y mostaza, así como el paté de lentejas.



    El pollo descansa en una ensalada bien picante, muy conseguida. Tomamos posteriormente dos psotres pequeños, y la cuenta para cuatro es de menos de 16 € por persona, tomando varias cervezas y copas de vino. Muy buen precio desde luego. Un gran acierto. El local es sencillo, la terraza mucho más agradable, en una cena muy agradable.

    https://www.facebook.com/elcasalcafe/
     Plaça Victor Balaguer 5  08003 Barcelona teléfono  932 68 40 04
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  7. Gran comida ayer en éste Bar, rey de los almuerzos en el entorno de Alicante. El Verdegas es una pedanía alicantina que mira más a su vecino San Vicente del Raspeig, zona de viviendas dispersas antiguamente agrícola, por la que parece que el tiempo no haya pasado en éstos 20 últimos años de la globalización gastronómica.

    Es un bar de tapas muy alicantino, donde se comprende nuestra gastronomía. El local tiene una terraza concurrida, y un comedor amplio compartido con la barra y muchas fotografías, abundante material taurino. Bar desde 1969 y decoración propia, suelo de terrazo, sillas de madera, botellas en los estantes.


    Los mostradores de cristal de la barra muestran productos de muy buen aspecto, sepionet, cigalas, huevas de merluza, buenas opciones que luego pediremos. Venimos a probar la olleta, que nos han preparado por encargo. Este plato permite por su variación el análisis de la enjundia del cocinero.

    Empezamos con unas buenas cañas de Mahou y unos sepionets (uno por cabeza) de tamaño medio, y hechos en su punto. un par de buenos bocados.




    Le sigue la hueva de merluza a la plancha con el punto de tostado tan difícil de conseguir, que deja el interior hecho, pero jugoso, igualmente buena, otra tapa muy local y apreciada.


    Seguimos con unas cigalas al ajillo, medianitas, y con muchísimo sabor. La cigala con el aceite y el ajo es una combinación perfecta.



    Seguimos con un plato de oreja frita, que nos comemos asimismo de forma disciplinada.




    La última de las tapas fue un plato de patatas bravas de las que más se toman por aquí, son patatas costadas en rodajas finas y fritas crujientes con una salsa picantita, a diferencia de las que nos invaden últimamente con salsa de allioli mezclada con la de tomate picante.

    Y finalmente vino la olleta, un sabor muy profundo, con cebada y judías, y carne, chorizo, verdura, un caldo de largo recorrido, una ración adecuada después de todas las tapas que la precedieron. Esta olleta no tiene  nada que envidiarle a cualquiera de nuestra montaña. Un acierto pleno.



    Finalmente un herbero no muy fuerte, para digestión y unos cafés terminaron una comida memorable, con grandes amigos y conversaciones serias y no tanto, que precedió a un paseo de cabras ascendiendo a la Escobella después de una visita a la abandonada fabrica de ocres del Sabinar, convertida en un templo Rave.


    El Bar Central del Verdegas en resumen es un sitio que no debe dejar de visitar el que quiera beber de las fuentes de la cocina alicantina, sin ningún adorno, que es lo bueno.

    Bar Central Verdegas
    Carretera Verdegas 03699
    644900845



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  8. En un reciente viaje a Valencia, que por cierto es una de las ciudades más interesante para visitar actualmente, tuvimos la ocasión de confrontar dos maneras muy diferentes de entender la gastronomía.

    Sin hacerlo voluntariamente comimos dos días consecutivos en dos restaurantes que son completamente opuestos, dentro de ser de muy buen nivel ambos para su público.

    El primer día comimos en Maco Healthy Bar, en el "moderno" barrio de Ruzafa (quien lo ha visto y quién lo ve), un restaurante de corte saludable, en el que incluso el nombre es un acrónimo de su filosofía Mantén el Arte de Comer con Orden: MACO.

    Es un pequeño local, decorado con mucho detalle, y en el que la comida y bebida es toda equilibrada, ecológica, y bastante trabajada. Elegimos varios platos para compartir,


    Primero nos trajeron de cortesía unos vasitos de gazpacho bastante sabrosos, un poco tirando a salmorejo pero con textura bebible.


    Un tartar de atún, algo picantito, con un aliño muy completo, aguacate, edamame, mango, bien conseguido.




    Un poke, el plato de moda de los últimos tiempos, con tofu, atún, pepino, cebolla, zanahoria, aliños varios, sobre una cama de arroz muy al dente. 


     Un tiradito, carne casi cruda de muy buena calidad y otra vez con gran cantidad de detalle.




    Una versión muy particular de la causa, con el puré de patatas templado, cacahuetes, pollo, sal de jamón, que mezclada perdía un poco la gracia.


    Una versión muy particular de bravas, con unas patatas en una textura que no identifico, una espuma con sabor pero no picante, originales.



    Postres también para compartir, un brownie con helado, más ligero de lo habitual.



      Y un pastel de zanahoria esponjoso, con canela y nuez moscada.

    Bebimos agua con gas algún refresco y una copa de vino, siendo la cuenta de unos 19 € por persona. Buena calidad de la comida, con unas raciones más bien pequeñas, con 5 platos y dos postres para compartir para cuatro nos quedamos bien.

    Un concepto muy actual, comida saludable en un ambiente tranquilo, recogido, para disfrutar de paz interior....


    Al día siguiente, le dimos la vuelta a la tortilla de forma radical, peregrinando entre los campos de chufa que quedan al norte de Valencia, entre Aboraya y Almássera. Hace unos 20 años que estuvimos en Les Tendes y tengo que decir que está exactamente igual, y seguro que hace 40 muy parecido, y espero que dentro de 20 conserve su intemporalidad.

    En una Alquería, y muy famoso por su esmorzaret (en Alicante lo llamamos almorsaret), hay que esperar mesa ya que no cogen reservas, en el bar o en el comedor de altos techos, mesas sencillas sin mantel y mucho ambiente, ambiente de fiesta, de familia, con ruido, muy español. El servicio es muy rápido, y la carta muy comprensible.


    Empezamos con una Turia una cerveza clásica de Valencia, ahora renacida bajo fabricación diferente, pero que está bastante buena, y con las Torres de Serrano en la etiqueta, imaginemos que sigue siendo valenciana. Tomamos una ensalada valenciana, o sea de toda la vida con sus aceitunas locales, unas patatas bravas en versión mediterránea, con pimentón y allioli (que en Valencia se llama ajoaceite al hablar en castelano, por cierto).


     Unos Almusaffes, pan tostado con sobrasada, queso y cebolla, muy valenciano también. La comida es completamente comprensible, nada pendiente de sus calorías, ni de su combinación. Sin embargo, completamente natural, y también saludable.


     Unas puntillas (calamaritos fritos), sin una gota de aceite sobrante. Raciones de buen tamaño, pero sin excesos.
    Y finalmente una paella valanciana, cada día hay una diferente, y los domingos es la auténtica valenciana, con sus bajoquetas (judías verdes) y su garrofó, con pollo en éste caso. Muy buena y auténtica. B que no es amante de la paella, se tomó una ración de conejo con tomate con una salsa buenísima, tomate profundo.

    De postre tomamos una tartita para compartir, saliendo perfectamente satisfechos por 14 euros por persona. Entre semana es aún más barato.

    En mi recuerdo la segunda comida es un festival, con un ambientazo, y la primera es una muy tranquila comida de sentirse bien. Unas versiones muy diferentes de lo que se busca en un restaurante. Son complementarias, y estoy contento de haber ido a los dos sitios. La combinación es lo más adecuado.

    Tengo que decir que mis hijos disfrutaron mucho en los dos sitios, una más en el primero y el otro en el segundo, por tener una referencia de la juventud, también se de amigos a los que no les hubiera gustado el primero, y a otros el segundo.

    Mi suerte es ser tan disfrutón.

    Maco Healthy Bar
    Cádiz 47
    Valencia 46006

    https://www.macohb.es/

    Bar Les Tendes
    Avinguda del Mar, 59
    Almàssera






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    Desde que en 2011 visitamos el mítico restaurante de Paco Morales en el Hotel Ferrero me convertí en un fan personal de Paco Morales, siguiendo su trayectoria, su vuelta a casa, y su larga preparación hasta llegar a la apertura de Noor (visita a la obra incluída).

    Finalmente, y para cumplir con la invitación de boda a Cuchillero y T , allí que fuimos junto con mi gran Salmorejo Cordobés y L, claro.

    Tengo que poner un aviso de *******Spoilers ahead******* , ya que la experiencia de Noor va mucho más allá de la comida, y como espectáculo que es, a lo mejor si algún lector quiere ir a visitarlo, no debería leer el post. En mi caso he procurado no leer nada de Noor desde hace meses, no buscar ninguna foto previamente ni leer ninguna web, para no arruinar el efecto de sorpresa.

    Tras llegar andando después de un largo y magnífico paseo, en el que visitamos los patios del Palacio de Viana, las Iglesias de Santa Marina, San Rafael, San Agustín y San Lorenzo, llegamos al barrio de Cañero, donde Paco Morales ha abierto su espacio creativo y su restaurante.

    Llamamos a la puerta y nos recibieron con el primer guiño a la cultura andalusí, que inspira la obra en la que vamos a participar.

    El tema es Almorávides y Almohades, Siglos XII y XIII,


    El salón es rectangular, blanco con mesas redondas y sillas muy cómodas, en el techo hay una escultura circular de madera, que me da la sensación de una gran lámpara como las de la Mezquita azul de Estambul. Mientras nos reunimos los comensales tomamos una copa de un fino de gran sabor (primero me traen uno de Jerez, pero, lo siento, lo cambio por uno de Montilla). Y elegimos los vinos, intentando también tomar algo diferente, primero un vino blanco de la Alpujarra granadina, Musk, un vino natural, Moscatel Morisco, seco y muy afrutado.

    Habíamos reservado el menú intermedio, denominado Tuareg


    Lo primero que llega son unos aperitivos muy llamativos, PAN de LIMÓN QUEMADO, bonito semicurado y ALBAQDUNIS, una oblea negra de pan-galleta a modo de tosta, con el bonito suave encima, delicado encima de un  ALIÑO de PEPINO y menta naranja que nos encantó, con un frescor intensísimo.

    TARTAR de VACA, cogollo y emulsión de buey curado, un buen bocado con sabor intenso a carne, que no está muy presente en el resto del menú, por cierto.



     BOTARGA de GARUM andalusí , una hueva de mújol suavísima, con una salsa hecha con tripas de boquerones que le aportaba un contrapunto muy original.



    ESPINACAS, queso de oveja, GUISANTE TIERNO y romero, siguió un plato vegetal verde, cambio completo de tercio, con unos guisantes "recién nacidos".



    El pan, como capítulo propio, era de harina de garbanzos y pasas. P lo devoró con placer.


    KARIM DE ALMENDRA tostada, erizo del SÁHARA y manzana verde con ZUMAQUE, un plato con diferentes texturas, aturronado diría yo.



    SETAS salteadas, yema de huevo de campo y caracoles menta, el plato que más me gustó, con una combinación de sabor tremenda, un huevo-huevo y los caracoles capítulo aparte, muy cordobés.

    MENESTRA de verduras, untuoso de ABADEJO y café, otro gran plato, con el caldo-crema con sabor a pescado pero siempre suave y con unas verduras al dente con cocción perfecta.


    OSTRA al natural con zumo de aceituna KALAMATA, gelée de cordero lechal y KEFIR. El Kefir congelado, la ostra con el abrigo de kalamata de lo más elegante de la comida, y la gelée de cordero que incluso suscitó la curiosidad de Cuchillero para su reproducción en el futuro. Con este plato cambiamos el vino a un tinto de Ronda, de la bodega F. Schatz, Acinipo, también altísimamente recomendable y con carácter, aunque poco andalusí, ya que está hecho con una uva austriaca, la Lemberger, desconocida para mí hasta ese momento. Vino con muchos matices.




    LUBINA del estero del río GUADALQUIVIR con su tartar y emulsión de sus cabezas. Estero es estuario, la lubina muy poco hecha, con textura diferente a lo habitual, pero también muy delicada.


    PICHÓN asado y reposado con BIANCHETTO y CEREZAS torrefactadas y encurtidas en vinagre de manzana, singular combinación la de las cerezas con los jugos del pichón, la trufa blanca. La carne del pichón quizá para mi gusto le faltaba algo.... (perdón Paco).

    NARANJA del barrio con su sopa de AZAHAR, pesto dulce y albahaca, Naranjas ácidas, con un helado sorprendente.


    COCO con lágrimas de aceituna negra y crema helada de cardamomo, entrando el la blancura con el contraste de la aceituna fuerte,



    ALGARROBA ALMORÁVIDE 2018. Ya que no había chocolate en Al Andalus, la búsqueda de la semejanza.


    Con los cafés y tés nos trajeron una copita de leche merengada con canela y unos petit-fours.


    Un espectáculo, con coreografía en el servicio, muchísimas horas de trabajo, de esfuerzo creativo, y de consecución. Un proyecto muy interesante y que recomiendo probar con mucho respeto al creador.

    Por cierto, muy agradable Paco con nosotros al final de la comida, dándonos explicaciones y atendiendo a todas nuestras preguntas. Muchas gracias, muchas gracias, eres grande.


    Noor Restaurant

    957 964 055
    C/ Pablo Ruiz Picasso Nº8 Esquina pintor Muñoz Lucena, 14014 Córdoba

    noorrestaurant.es

    Hay que reservar obigatoriamente, y optar por el menú que se quiera.



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  10. Dirigido por mi amigo S, gran conocedor de la gastronomía local tanto como cocinero como gastrónomo, sabía que no iba a fallar.

    Nos dirigimos un domingo a Quatretondeta, pueblo de la Montaña alicantina, en un enclave dominado por unas abruptas sierras con unas formaciones en punta que se denominan localmente Frares (frailes), y que tuvo la primera mujer alcaldesa de toda España, en 1924.



    En una calle interior medio escondida está Casa Canyares, bar desde 1946, recientemente reformado, y que encontramos lleno de cazadores (hoy se visten casi de soldados), tomando cervezas, y añadiendo al local bastante ambiente. Es un local rectangular, con una barra pequeña a la derecha, y con bastantes mesas, decorado con fotos de la sierra, entre otras cosas.

    Nos dan a elegir entre olleta y arroz al horno, y preferimos la primera. Antes nos traen unas patatas y cacahuetes, que acompañamos con una botella de un vino del pueblo vecino de Gorga, llamado Gurgu, Jove de trejat, un vino artesanal muy equilibrado. (Interesante web, por cierto)

    Pedimos unas almóndigas (palabra aceptada desde 1726) al estilo alicantino, con caldo en lugar de salsa, y más ligeras que las convencionales, muy finas.


    Nos acercan una botella de aceite recién exprimido de otro pueblo vecino, Millena que estaba en ese punto de olor a césped del aceite nuevo que es tan especial. Buenísimo.


    Le siguen unas croquetas de Sepia (con su tinta), nunca había probado esta combinación, y la verdad es que nos resultó muy agradable.


    Finalmente una señora cazuela de Olleta, hecha con cardo, morcilla, carne de cerdo y tres alubias diferentes, y un fondo memorable. Aunque no hacía frío, comida de invierno en su máxima expresión. Nos acabamos el perol sin rechistar.


     Nos acompañaron la olleta para descansar entre bocado y bocado con una ensalada de tomate, encurtidos (incluída carlota) y aceitunas.

     No tomamos postre, y nos trajeron una botella de mistela y otra de herbero para rematar, ambos muy dignos y adecuados para tener un cierto final dulce a la comida.




    Un acierto pleno nuestra visita, y altamente recomendable, tanto la excursión por la Senda de los Frares (desde 1 hora a 12, según subas más o menos), como la visita al pueblo y la comida en Casa Canyares, que conserva lo mejor de su entorno, con tradición y borda sus guisos. A una hora en coche de Alicante. La comida nos costó 20 € por persona que pagamos muy a gusto.

    Casa Canyares
    965511089
    Calle San Antonio
    Quatretondeta

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